Muchos hablan animadamente sobre cómo ser un bebé de azúcar les ha permitido viajar, apoyar una carrera artística, ayudar a pagar la escuela, comer en restaurantes elegantes y, básicamente, evitar ubicarse en una mierda en Bushwick con siete compañeros de cuarto.

Sin embargo, lo que creo que es quizás el estímulo más interesante es la libertad sexual radical de la joven moderna, que folla a quien quiere y que también podría recibir un pago por ello. En los últimos años, he conocido y entrevistado a más de cincuenta bebés de azúcar. Algunas no se consideran trabajadoras sexuales en absoluto, sintiendo que los acuerdos de azúcar caen en un área gris, en lugar del sexo claramente transaccional y de pago por hora. Otras mujeres están felices de intercambiar el término „bebé de azúcar” con „prostituta”. Cuando se les pregunta por qué lo hacen, muchos responden con alguna versión de: „De todos modos, tengo mucho sexo, ¿por qué no me pagan por ello?” O „¿Por qué trabajaría en una cafetería por $ 9 la hora cuando podría ganar $ 800 para dormir con un banquero que ni siquiera es tan malo?” Muchos hablan animadamente sobre cómo ser un bebé de azúcar les ha permitido viajar, apoyar una carrera artística, ayudar a pagar la escuela, comer en restaurantes elegantes y, básicamente, evitar ubicarse en una mierda en Bushwick con siete compañeros de cuarto. Nuestros propios cuerpos pueden ser una herramienta para la libertad. Podemos follar por amor, o podemos follar por dinero, o podemos follar por diversión, pero siempre debería depender de nosotros ayudar a tomar esa decisión. (więcej…)